México, D.F., 29 de abril de 2010.
Con su venia, señor presidente.
Diputadas y Diputados:
La función que tienen las instituciones del Estado, incluida la Asamblea Legislativa, es la de garantizar la tranquilidad, la seguridad, la paz pública y la protección de todos los ciudadanos en sus bienes y sobre todo e sus vidas; por ello, sus esfuerzos y acciones deben encaminarse a que la población enfrente los menores problemas.
Eso lo sabe el Gobierno del Distrito Federal. Por eso, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, el Instituto de la Juventud y el Consejo Contra las Adicciones del Distrito Federal se han pronunciado claramente en contra de la ampliación de horarios: porque están privilegiando la seguridad, la salud, la tranquilidad y la integridad de todos por encima de la ganancia de algunos cuantos.
Cuando un gobierno tiene una postura o definición para defender a los ciudadanos es cuando hay que apoyar.
No se trata de irse a dormir temprano; que cada quien se duerma a la hora que quiera. Se trata de cuidar a los terceros. No se trata de prohibir, se trata de poner límites.
No está a discusión cuáles son nuestros gustos personales, si en lo individual nos gusta la fiesta o no; lo que está a discusión es la protección a la gente en general. Que cada quien en su casa aumente el horario de sus fiestas como quiera. El derecho a la diversión es de todos, es del pueblo, no de los dueños de los antros.
Acontecimientos dolorosos ocurridos recurrentemente en los llamados giros negros han llevado a demandar al Gobierno de la Ciudad formas más eficientes de protección a la gente. Es más, recientemente se planteó la estrategia del Gobierno de la Ciudad de festejar Fiestas sin Alcohol. Incluso impulsó una iniciativa interesante como La Noche de Primavera, en la que nos amanecimos todos en una festividad controlada y vigilada por el Gobierno del Distrito Federal. También nos amanecimos en el Año Nuevo en el Ángel de la Independencia.
Hay que hablar claro ante la gente. Sin dobles discursos.
¿Cuál es la estrategia?
1. ¿Fiestas sin alcohol o fiestas con alcohol toda la noche?
2. ¿Combatir las adicciones o alentarlas?
3. ¿Liberar la acción de los antros para convertirlos en los reyes de la noche y aplicar el alcoholímetro aunque sea contradictorio?
4. ¿Restringir la circulación de conductores en estado de ebriedad o multiplicarla?
¿Con quién queremos quedar bien? ¿Con la familia que está cuidando a sus hijos o con el dueño de un negocio?
Hay dos valores en juego: por un lado, los intereses del mercado, por el otro, el interés de la gente.
¿Al servicio de quién debemos estar? ¿Quién manda? ¿Quién nos paga a los servidores públicos?
Los dueños de los giros negros mueven sus recursos y sus intereses. Pero nosotros somos empleados del pueblo, nos paga el pueblo.
En este caso, lo importante es lo que opina y quiere la gente. ¿Realmente el pueblo está demandando que se amplíen los horarios de los centros nocturnos? ¿Es una demanda social? ¿Lo exige la opinión pública? ¿Es una prioridad de la población?
No podemos apostar el crecimiento económico a un mercado que no está dispuesto a dar nada, que sólo quiere ganar a costa incluso de la vida o la salud de la gente.
Decía un catedrático de la facultad de Ciencias Políticas: "¿Cómo sabemos si un gobierno es de izquierda o de derecha? Muy sencillo: los gobiernos de derecha son sensibles a la presión del mercado y los gobiernos de izquierda son sensibles a la presión social".
Es cuanto.